Hemos dado un paso. Tomamos el tren y quizá nunca regresemos. Lo digital desplaza a lo analógico. Papel, lápiz, tinta, ese mundo físico donde el hombre encontraba uno de los cauces para su comunicación es desplazado por lo digital, Internet, pantalla, micrófono, teclado.
La comunicación, anclada en la escritura (técnica inventada hace 3000 años) vive este proceso de “modernización”, el habla, instrumento fundamental de construcción de las comunidades humanas también lo hace.
Lo digital cambia el mundo día a día, a su propio ritmo; si bien está claro que, como lo afirma Daniel Cassany (2000) con el nacimiento de las tecnologías del habla (teléfono, telégrafo) y los medios de comunicación (prensa, televisión, radio) en el siglo XX, la influencia de los proceso de interacción y globalización se hicieron presentes, es apenas en el siglo subsecuente cuando la expansión del soporte digital complementa o sustituye al soporte analógico tradicional.
El proceso de digitalización permea de forma general a las sociedades, la facilidad y eficiencia con la que cualquier persona puede redactar y enviar un email hace ver el envío de una carta por correo una empresa arcaica y espinosa, la comunicación por medio de chats suplanta la interacción cara a cara, los surcos tecnológicos se hacen evidentes cuando lo digital reina.
En la convivencia con la era digital el hombre ha encontrado grandes ventajas, como la inmediatez y la capacidad de difusión que facilita una herramienta como Internet. Los contenidos generados en la web, donde el usuario es lo mismo lector que generador de textos, desarrolla la saturación, el exceso de información donde hasta el más familiarizado internauta puede perderse.
Cassany apunta “el concepto de texto también está cambiando. De un concepto lineal estamos pasando a uno intertextual donde hay muchos itinerarios posibles y el lector puede tomar opciones. El concepto de intertextualidad y de polifonía es evidente.” [1] Es aquí donde surge la inminente comparación, mientras la escritura analógica tiene acceso limitado, mayor costo, interacción diferida, géneros tradicionales, linealidad, la digital le apuesta al acceso ilimitado, al bajo costo y a la interacción simultánea.
El soporte digital es el eslabón básico en la creación de comunidades virtuales, barreras como el lugar de procedencia o el idioma que se habla son secundarias cuando el objeto básico de unión es el discurso llevado a plataformas digitales de comunicación.
Y si la sociedad enfrenta un cambio en sus hábitos y costumbres comunicativas apoyado en la digitalización del habla y la escritura, las aulas también entran sin reparo en la “evolución”. Cassany afirma, “puesto que la escritura digital empieza a ser ya tan importante como la analógica y su futuro es incuestionable, la alfabetización tendría que dar prioridad o equivalencia a lo digital respecto a lo analógico.”[2]
El autor de libros como Describir el escribir, Reparar la escritura y Recetas para escribir destaca una serie de puntos que vendrían a dar el perfecto equilibrio entre lo analógico y lo digital en la educación:
v Comunidades discursivas: El entorno digital brinda infinidad de posibilidades (emails, blogs, chats, etc.). Se han hecho muchos webs y titulares en línea, principalmente habla de las norteamericanas.
v Usos analógicos: Complementar lo digital en soportes analógicos que siguen siendo parte fundamental de nuestras vidas.
v Destrezas, manuales y técnicas: El ámbito educativo debe incluir en sus programas de enseñanza las destrezas necesarias para utilizar el ordenador así como los programas básicos que en futuro podrán especializarse.
v Computadoras y gramática: La superabundancia de textos en la web exige un examen de la educación gramatical que permita un uso adecuado de la escritura en los soportes digitales.
Es un hecho, la implantación del PC antes que del lápiz y el papel inscribe una nueva sociedad: la digital.
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