23 febrero 2011

Por qué escribo


“Si supiese por qué escribo, tal vez no escribiría.”
Jorge Semprún


"Porque mi cerebro se comunica mejor con mis manos que con la lengua. Porque el papel es un filtro, una coraza, entre mis palabras y los ojos del otro. Porque me odio menos escribiendo que hablando...Por un ameno vicio solitario."
Héctor Abad Faciolince


¿Por qué respiro?
Carlos Fuentes












Detrás de los libros existe...

Control de Lectura 5 
                               Datus C. Smith; “4. Desarrollo editorial: de la idea al libro”



“Los que de verdad me vuelven loco son esos libros que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera amigo tuyo y pudieras llamarle por teléfono cuando quisieras”.
Holden Caulfield en El guardián entre el centeno de J.D Sallinger


La necesidad de Violeta de huir, Carlos y el México de los años 40, la Maga en las calles de París.  Todas ideas. Todas materializadas en papel.


El desarrollo editorial de un libro es, tal vez, una de las empresas más difíciles en el mundo de las publicaciones impresas. Pasar del vago, o conciso, ideario del autor al número determinado de páginas empastadas que descansan  en las estanterías requiere de ciertos riesgos.

El editor deberá escurrir la mirada entre miles de manuscritos para hallar las nuevas obras que habrán de capturar entre sus líneas el espíritu y dinero de los lectores. Apunta Datus Smith (1991) “el editor asume plenamente su doble papel de promotor cultural y prudente hombre de negocios”.


Mención aparte merecen los manuscritos, esos guiños iniciales entre la editorial y el autor que no tendrán que ser más que “el tipo” de libro que la primera  busca. Si los intermediarios son necesarios, entrará a escena el agente literario, quien recoge el manuscrito y lo propone a diversas editoriales.

Superado el encuentro inicial, podrán llegar los premios literarios, unos atraerán la atención del público hacia las obras ya publicadas, otros le otorgarán reflectores a las letras aún cuando éstas no hayan llegado a las manos del lector.

Así, un libro vendrá a ser la unión de fondo y forma  (contenido-presentación física) hecha por el departamento editorial tras aprobar la publicación de un manuscrito cualquiera.


Próspero será el bosquejo próximo a llegar al público en forma de libro que, tras su revisión, logra cubrir las expectativas formales e inconscientes de una editorial; conjunto de caracteres que  permiten seguir participando en contingencias de ideas llamadas Diablo Guardián, Las batallas en el desierto o Rayuela.


Referencia 
Datus C. Smith: “4. Desarrollo editorial: de la idea al libro”, en: Guía para la publicación de libros, Asociación de Editoriales de Instituciones de Educación Superior de México, Guadalajara, 1991.

19 febrero 2011

"Libris Bussines"


Control de lectura 4       
                                Smith, Jr., Datus C; “3. Aspectos financieros”

La publicación de un libro es, sin duda, un proceso en el que intervienen aspectos financieros. Nada de ideas románticas donde el autor regala su texto vía internet, donde se producen miles de copias para distribuir gratuitamente en las calles, no, el hecho de que las páginas lleguen al lector tiene un costo.

La casa editorial será quien se encargue de asumir la inversión en una obra. Autor, editor, traductor, ilustrador, impresor y demás sujetos que participan en la publicación de un libro  reciben un pago por parte de ella. El desembolso no es desinteresado, la editorial espera recibir más dinero del que invierte.

Los costos detrás de la publicación de un ejemplar bajo la firma de García Márquez o Vargas Llosa son susceptibles de predicción mediante dos métodos. Uno consiste en llevar un registro minucioso de lo que ocurre en cada etapa del proceso editorial y clasificarlo en categorías como: costos de manufactura, de comercialización, de distribución entre otros.

El otro, por el contrario, clasifica los gastos en variables y no variables y desarrolla asimismo la suspicaz precaución que determinará la cantidad de ejemplares que han de ser impresos, así como el precio al menudeo y las exigencias que la pluma-dígase autor- detrás de la publicación exija.

Sin embargo, como en cualquier industria, no es necesario ser un maestro en negocios para apuntar que la clave se haya en reducir los costos e incrementar los ingresos,  así como nunca dejar de lado la relación de éstos con las ganancias.

Y si los costos de producción son catalogados ¿dónde quedan los ingresos? simple, en una clasificación-apreciada  por cualquier casa editorial- en la que el precio al público se conjuga con el número de ejemplares vendidos, los descuentos a librerías y otros clientes además de los costos eventuales de comercialización.

En el ir y venir del capital en la publicación de un libro es fundamental que el editor halle el justo balance entre los aspectos económicos y las retribuciones sociales que su trabajo otorgue. Smith lo apuntala (1991): se debe  tomar en cuenta el respeto a la lealtad a todos los actores que se inmiscuyen en el proceso editorial.

Dificultades económicas o éxitos comerciales, cuando la casa apuesta lo mínimo que se espera es que el editor recupere lo invertido, que el autor se observe en la lectura colectiva, que el desarrollo cultural crezca; que los números detrás de un publicación no sean más que un accesorio del que las letras nunca dependan.




15 febrero 2011

Del oficio...

“Los editores no somos magos, pero sí conocemos tendencias....los ojos del lector nos llevan al mundo donde queremos estar. 

Braulio Peralta, editor. 










http://www.lajornadajalisco.com.mx/2007/12/04/index.php?section=cultura&article=008n1cul

¿Y cómo es que estás aquí?



Control de lectura 3    

                        Datus C. Smith, Jr; "Guía para la publicación de libros" 



Cuatro personas te ayudaron a llegar aquí. Autor, impresor, vendedor, editor. Lo sabes, disfrutas el hecho de lograr conjugar en 200, 300 páginas el trabajo de tan reducido grupo de personas. No necesitas más, cuando hay pasión por las letras la industria editorial vive.


Primero vendrá el escritor. Aquél que deja sobre tus hojas las letras que su cabeza piensa, imagina, crea, escribe. Tendrá el derecho, al igual que tú, de ser leído, de encontrar en la sociedad la recompensa justa -quizá- a su trabajo.

Y aparecerá el editor. Tu eterno amante. Sin afán de sobreprotegerte, vigilará tus pasos, tus correcciones, tu estilo. Organizará al resto para que trabajen por ti, correrá los riesgos de una mala publicación, de tu fracaso u éxito en la Galaxia de Gutemberg.

Fortalecido por el esmerado empeño puesto por el editor al “construirte”, llegarás al impresor.  Fabricante quien recibe tus primeros términos, manuscrito de la expresión temprana de tu futuro, de lo que serás en tipografía. Él te da la forma, el color, el papel, los formatos, la encuadernación.

Para cuando el fresco soplo de la tinta se escape de entre tu geométrico cuerpo, estarás en las manos del vendedor. Su trabajo será colocarte en las estanterías. Darte a conocer sin brusquedad en librerías, ferias en tú honor o en el improvisado puesto afuera de un lugar atestado de visitas.

Y en el momento en que termine de escribir esto, libro, yo sabré cómo es que te publicaron, cómo es que llegaste a mis manos.






10 febrero 2011

Cuando lo digital nos alcance...

Control de lectura 2

      CASSANY, Daniel; "De lo analógico a lo digital"  

Hemos dado un paso. Tomamos el tren y quizá nunca regresemos. Lo digital desplaza a lo analógico. Papel, lápiz, tinta, ese mundo físico donde el hombre encontraba uno de los cauces para su comunicación es desplazado por lo digital, Internet, pantalla, micrófono, teclado.

La comunicación, anclada en la escritura (técnica inventada hace 3000 años) vive este proceso de “modernización”, el habla, instrumento fundamental de construcción de las comunidades humanas también lo hace.

Lo digital cambia el mundo día a día, a su propio ritmo; si bien está claro que, como lo afirma Daniel Cassany (2000) con el nacimiento de las tecnologías del habla (teléfono, telégrafo) y los medios de comunicación (prensa, televisión, radio) en el siglo XX, la influencia de los proceso de interacción y globalización se hicieron presentes, es apenas en el siglo subsecuente cuando la expansión del soporte digital complementa o sustituye al soporte analógico tradicional.

El proceso de digitalización permea de forma general a las sociedades, la facilidad y eficiencia con la que cualquier persona puede redactar y enviar un email hace ver el envío de una carta por correo una empresa arcaica y espinosa, la comunicación por medio de chats suplanta la interacción cara a cara, los surcos tecnológicos se hacen evidentes cuando lo digital reina.   

En la convivencia con la era digital el hombre ha encontrado grandes ventajas, como la inmediatez y la capacidad de difusión que facilita una herramienta como Internet. Los contenidos generados en la web, donde el usuario es lo mismo lector que generador de textos, desarrolla la saturación, el exceso de información donde hasta el más familiarizado internauta puede perderse.

Cassany apunta “el concepto de texto también está cambiando. De un concepto lineal estamos pasando a uno intertextual donde hay muchos itinerarios posibles y el lector puede tomar opciones. El concepto de intertextualidad y de polifonía es evidente.” [1] Es aquí donde surge la inminente comparación, mientras la escritura analógica tiene acceso limitado, mayor costo, interacción diferida, géneros tradicionales, linealidad, la digital le apuesta al acceso ilimitado, al bajo costo y a la interacción simultánea.

El soporte digital es el eslabón básico en la creación de comunidades virtuales, barreras como el lugar de procedencia o el idioma que se habla son secundarias cuando el objeto básico de unión es el discurso llevado a plataformas digitales de comunicación.

Y si la sociedad enfrenta un cambio en sus hábitos y costumbres comunicativas apoyado en la digitalización del habla y la escritura, las aulas también entran sin reparo en la “evolución”. Cassany afirma, “puesto que la escritura digital empieza a ser ya tan importante como la analógica ­y su futuro es incuestionable­, la alfabetización tendría que dar prioridad o equivalencia a lo digital respecto a lo analógico.”[2]

El autor de libros como Describir el escribir, Reparar la escritura y Recetas para escribir destaca una serie de puntos que vendrían a dar el perfecto equilibrio entre lo analógico y lo digital en la educación:

v  Comunidades discursivas: El entorno digital brinda infinidad de posibilidades (emails, blogs, chats, etc.). Se han hecho muchos webs y titulares en línea, principalmente habla de las norteamericanas.

v  Usos analógicos: Complementar lo digital en soportes analógicos que siguen siendo parte fundamental de nuestras vidas.

v  Destrezas, manuales y técnicas: El ámbito educativo debe incluir en sus programas de enseñanza las destrezas necesarias para utilizar el ordenador así como los programas básicos que en futuro podrán especializarse.

v  Computadoras y gramática: La superabundancia de textos en la web exige un examen de la educación gramatical que permita un uso adecuado de la escritura en los soportes digitales.

Es un hecho, la implantación del PC antes que del lápiz y el papel inscribe una nueva sociedad: la digital.




[1] Entrevista con el Dr. Daniel Cassany: “La lengua lo es todo” en http://www.upf.edu/pdi/dtf/daniel_cassany/latitud.htm


[2] Cassany, De lo analógico a lo digital, p. 9 

03 febrero 2011

Haga usted el favor de leer

Control de Lectura 1

MONSIVAIS, Carlos (2004) Elogio (innecesario) de los libros.


Qué es sino la lectura lo que nos hace hombres. Esa emocionante sensación de emboscar a las palabras, una a una, hasta que las páginas se nos terminen en un vago intento por retenerlas en la memoria.

            Es en el lector donde las letras encuentran su utilidad para, desinteresadamente, establecer su existencia. Pero si la actualidad orienta, mas no obliga, a fragmentar la mente y con ello la experiencia de dejarse llevar por un libro ¿dónde queda esa jornada humana llamada lectura?

            Para el escritor Carlos Monsiváis la inconexa relación entre un mexicano poco familiarizado con la larga tradición literaria que, como afirma, lo empuja, sumada a la influencia irreprochable del ambiente en que ha de criarse y a los sistemas de gobierno bajo los que vive, lleva a la ausencia de lectores y, en el mejor de los casos, a  la proliferación de analfabetos funcionales.

            La devaluación intencional del libro es el más importante, o al menos, el primer obstáculo con el que el mexicano promedio se encuentra en la búsqueda del goce y el hábito de la lectura. Después se agolpan varias razones que Monsiváis señala categóricamente:

·         Deficiente educación.
·         Desvalorización del libro, de la lectura que con los años escolares se torna en no más que un mero trámite.
·         Indiferencia hacia la importancia de la lectura como una estructura personal del conocimiento.
·         Dificultades adquisitivas crecientes, generalizadas por la clase burocrática.
·         Satanización de la lectura como algo “aburrido” “inútil” o “difícil”.

La globalización que por un lado, nos orienta a la unificación y al consumo de estándares literarios delineados con la pluma del “negocio” y por el otro, hace asequible la publicación de más obras no ha logrado, si es que lo intenta, avivar el hábito del lector.

Afirma Monsiváis “en cualquier sociedad sólo la minoría lee”[1] ¿Dónde está el error o el encanto para que sólo un puñado de personas sean gustosas al hacerlo?

La paulatina barrera que, por elección quizá, construimos alrededor de formas de pensamiento que requieran mayor reflexión y contemplación como lo es la lectura, nos deshumaniza. “La ventaja de frecuentar lo impreso no consiste en la superioridad sobre los demás sino en el cambio interno” añade el escritor ganador del premio “Xavier Villaurrutia”, por Los rituales del caos en 1995.

Anclado en la constante interrupción que significa estar frente a un  monitor, donde diversos estímulos exigen su atención, el potencial lector desarrolla  lo que Monsiváis llama el “culto a los fragmentos” y porque no, por añadido, la sumisión al universo de la imagen, la iconosfera que sugiere sumergirse en textos que sólo requieran atención distraída, trunca.





Y es que nada es comparable con la experiencia de abrir un libro y abstraerse en él, ceñirse a un momento en que no hay nada más que sus páginas. Es deber así de la minoría que está hecha de letras invitar a esta experiencia, como Alberto Ruy Sánchez apunta “la lectura no se exige, se ofrece”; dejémoslo claro: Haga usted el favor de leer.






[1] MONSIVAIS, Carlos (2004) Elogio (innecesario) de los libros, en Revista número, Nro. 41, Bogotá, Colombia.