16 noviembre 2011

Era demasiado amor


I. 
Era demasiado amor. Demasiado grande, demasiado complicado, demasiado confuso, y arriesgado, y fecundo, y doloroso. Tanto como yo podía dar, más del que me convenía. Por eso se rompió. No se agotó, no se acabó, no se murió, sólo se rompió, se vino abajo como una torre demasiada alta, como una apuesta demasiado alta, como una esperanza demasiado alta.         

Era demasiado amor, aniquilaba el criterio, sometía la razón. Era tan grande que se desbordaba. Sin control. Febril. Convulsionado. Y una vez que estuvo roto, nadie lo lamento. Nadie lo lloró. Tú seguiste tu vida. Yo me conforme con la mía. Acaso así eran las cosas; acaso así quisimos que fueran.

No, no lo permitimos.  Nada ganaríamos con culparnos. Sólo queda contar. Contar nuestra historia. Expulsar del olvido lo que alguna vez sentimos.             
  
Quizá sólo éramos muy jóvenes. Nunca lo sabremos.
Tal vez pedí demasiado. Pero yo te daba todo.
Quizá nunca supiste si me querías. Y nunca exigí que lo hicieras.
Tal vez nos sobraba cobardía. Nos conocíamos demasiado.

II.
Se rompió. A cuentagotas se extinguió. Lento el desembarque, rápida la nostalgia. Quisimos extender su existencia con nuestros silencios, con las prolongadas miradas, con las caricias “sin intención”, siempre subterráneas, como si tocarnos confirmará al mundo eso que tanto sentíamos, que tanto callábamos.  Pero era imposible, los sentimientos agonizan en el mutismo.  ¿Qué nos hizo callar?

El destino, el destino lo inspiró todo. Encontrarnos no fue difícil. La maniquea orquestación que pone en el mismo camino a dos que se aman, a dos que no pueden ser. Nada más triste que los cuerpos que se suceden a destiempo. ¿Dónde dejamos eso que imaginamos cuando nos miramos por primera vez?

En lo no dicho, seguramente, en lo no dicho se anclo el tiempo perdido, los recuerdos no acabados. La mancuerna perfecta.  ¡Vaya! Que no hubo que esforzarse para no ser. ¿A quién le dimos gusto?

A ellos, a ellos les corresponde narrarnos. Porque nosotros ya no estamos. Cuando colapsó permanecíamos dentro, ahí morimos, pero el amor no. Era demasiado amor. Más fuerte que su historia. Demasiado engreído. Abrumaba. Consentía. Colmaba ¿Qué pudimos hacer con él?

Una vida. Una vida juntos.



*Relato a partir de íncipit del libro Castillos de Cartón de Almudena Grandes, España: Tusquets. (2009).

Imposible


Y no hay manera de amar, sin decirnos toda la verdad. Por eso escribo esto.  Estoy obligado a despegar. Las paredes son despiadadas, no ocultan nada. No sofocan el ansia, la culpa. 

“Cometamos tantos errores como podamos, algún día, cuando queramos algo, lo sabremos”, siempre lo decías. Yo callaba y dejaba que las cosas siguieran, que las malformaciones de un sentimiento fundado en la ignominia me dominaran.

¿Qué pude haber hecho? Aún no lo sé, y la verdad es que tampoco tuve ganas de saberlo, ya los dos sabíamos que, como nuestro amor, pocos: tan eternos que terminan antes de comenzar.

¿Sabes cuántos años tenía creyendo que no existías? Lo sé, tampoco te interesa, vos siempre ocupada al frente del escenario, alguien tenía que dirigir a ese grupo de traumados que encubrían su ruina autonombrándose “optimistas”, y esa eras tú, pequeña.  Yo, siempre del otro lado, escuchándote, deseándote, adorándote. Y ahora heme aquí, trabado, intentando no sofocarte con mis palabras, te tengo para mí pero no puedo, pero no quiero, porque…

Hoy decidí presentarme. Saliste por la puerta trasera del bar como siempre, ataviada con ese abrigo que le agrega unos kilos a tu etérea silueta, caminaste algunos pasos y entonces, aparecí. Nada sucedió, ¿verdad? El sufrimiento en tu rostro, mi mano contra tu cuello. Nada sucedió, ¿verdad? Las lágrimas en las mejillas, tus pies rascando el suelo en busca de ayuda, mis dedos sintiendo el último calor de tu cuerpo.

Nada sucedió, me repito, pero lo sé, es imposible matarte toda hoy y simular, que te           soñé…

Canción: Imposible
Grupo: CAPO
LP: Un corazón se quema (2010)




26 octubre 2011

FICM 2011

Día 5

Béla Tarr en la premier de su cinta "El caballo de Turín"

Cinepolis Centro, sede del FICM















Día 6

Béla Tarr en sesión de preguntas después de la proyección de su cinta "Satantango"

El actor guanajuatense Fernando Noriega en la alfombra roja de la película "The loneliest planet"


















Catedral de la ciudad de Morelia
Día 7

Julia Loktev y Gael García Bernal en conferencia "The loneliest planet"
Everardo Gout y el elenco de su ópera prima "Días de gracia"













FICM 2011
Morelia

FICM 2011

Día 2
Vista desde Cinepolis Morelia Centro 
Bruno y Demián Bichir en la presentación de la cinta "The Runway"















Día 3

Volker Schlöndorf al recibir la Medalla Filmoteca UNAM de manos de  Daniela Michel, directora del FICM



Día 4

La directora Paula Markovitch (negro) con el equipo de su cinta "El Premio", galardonada como el Mejor Largometraje Mexicano durante el FICM 

Homenaje a Damián Alcázar


28 agosto 2011

Hay lugar para la duda

Inquietante. La “Miss Bala” del mexicano Gerardo Naranjo, constituye un punto de inflexión tanto en la filmografía del director como en la del cine nacional.

Lejos de los elogios recibidos tras su paso por Cannes, o de su inminente presencia en festivales de renombre como el de Toronto, San Sebastián o el de Nueva York- que escoge tan sólo 20 películas de todo el mundo para su exhibición - la cinta de Naranjo es un  frío y cuidadoso análisis de la violencia que aqueja al país.


Si bien a ultimas fechas, la violencia derivada de la delincuencia y el narcotráfico ha conseguido amplia resonancia en los medios de comunicación y en otros productos cinematográficos, como “El infierno” de Luis Estrada, “Miss Bala” se haya en el justo equilibrio entr
e el culto a los hechos que los noticiarios realizan y la caricatura que del narcotráfico hiciera Estrada.

La integración en la industria del cine mexicano de nuevos autores ha dado pie a filmes como el del guanajuatense, que con una modesta pero firme trayectoria, afirma: “Todos tenemos que revelarnos ante el miedo, ésta es mi manera de hacerlo.”

Y es que además del logrado trabajo narrativo y de edición que la cinta posee, el cuidado especial en componentes específicos de la construcción formal es evidente; los puntuales planos secuencias no hacen más que reafirmar la buena dirección de Naranjo.
Gerardo Naranjo en la FCPyS  

Los enconos de la violencia son mostrados con una cámara serena, cómplice que, a lo largo de casi dos horas, desarrolla una sensación de desorientación perpetua. Y es quizá ahí, donde reside la trascendencia de “Miss Bala”, su propio director declaraba: “es una película que no da muchas respuestas, sino todo lo contrario, hace preguntas de quienes somos y qué debemos hacer”.  Sí, sólo hay una certeza en el trabajo de Naranjo y esa es, hundir al espectador en un crisol de violencia en donde las dudas sobran.


25 agosto 2011

Tempus

“La velocidad de las cosas es la aceleración que experimenta una simple vida en el momento de convertirse en historia digna de ser contada. Y la tarea del escritor, su razón de ser, es capturar ese instante, darle una dirección y un sentido a los días y las noches de esos dedicados agonistas del milenio”. – Rodrigo Fresán, La velocidad de las cosas. 




Ilustración: Olaf Hayek

“¿Se podrá comenzar a escribir?” pregunta Mario Bellatin en su Jornada de la mona y el paciente (Almadía, 2006).  Qué responder; la escritura es un proceso creativo blah, blah, blah. Lo cierto es que ésta es la tecnología más radical que ha experimentado el hombre. Pensamos con su ayuda, pero no solemos reparar en ella.

Ya teóricos como Walter Ong se habían preocupado por dilucidar la artificialidad de la escritura separándola, convenientemente, de la oralidad. Pero si la naturaleza del soporte ya está dada, las contraveniencias de su uso son cuestión aparte. El tiempo narrativo, una de ellas. 

La funcionalidad de la narración escrita sobreviene de un hecho, en palabras de Italo Calvino “el relato es una operación sobre la duración, un encantamiento que obra sobre el transcurrir del tiempo contrayéndolo o dilatándolo.” (1995:49) El escritor es conciso. La rapidez es un valor natural de la literatura, es decir, sintetizar en pocas líneas un enorme cúmulo de cosas.

Si se apuesta la carrera al caballo llamado velocidad, no es para impulsar-al igual que se hizo con la fast food en nuestro país a principios de los 90’- el fast thinking; la intención dominante: la rapidez para todo, no tiene porque perjudicar el orden de las ideas.

Apunta Calvino “rapidez de estilo y de pensamiento quiere decir sobre todo agilidad, movilidad y desenvoltura, cualidades que se avienen con una escritura dispuesta a las divagaciones, a saltar de un argumento a otro, a perder el hilo cien veces y a encontrarlo al cabo de cien vericuetos.”  Ejemplos: la Rayuela de Julio Cortázar, el Diario de un mal año de J. M. Coetzee.

¡Vaya! que hay que regodearse en la economía expresiva, en lo esencial, en presentar múltiples ideas simultáneamente, metalenguajes, cualidades narrativas bien encapsuladas en una pintura o, más recientemente, en el estimulante “Film Socialisme” (2010) de Jean Luc Godard.

Referencias

Bellatin, Mario. (2006). La Jornada de la mona y el paciente. México: Almadía.

Calvino, Italo. (1995). “Rapidez” en Seis propuestas para el nuevo milenio. 2°ed. Madrid: Siruela. 

Film Socialisme. (2010) Director: Jean-Luc Godard

22 agosto 2011

Contar

Soy un experto en literatura y tengo que decirte que, hasta aquí, no hay nada literario sobre ti
 "Stranger than Fiction" (2006)

Apunta Truman Capote en su Música para camaleones,  “Entonces,  un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse”.  Literatura, periodismo, poesía. El género es nimio cuando la narración se lleva por dentro.

Al escribir, por mucho que se trate de ser fiel a la memoria, siempre se terminará componiendo una representación de la realidad. Porque, aunque el periodista se jacte en las bondades de su objetividad, lo cierto es que basta con contar un hecho para adulterarlo.

En ese sentido, el periodismo y la literatura tienen relaciones controvertidas. Cuando el primero peca de creatividad, se le acusa de literario, subjetivo poco eficaz para los fines informativos que debe tener; y cuando una novela abandona el seno de las figuras literarias, para dar paso a la concreción periodística, los cargos en su contra evidencian su nulo valor estético.

Ilustración: Julien Pacaud
Apunta Manuel Blanco (1998) “las más de las veces, tanto las limitaciones como las dificultades de la escritura periodísticas son inventos o meras suposiciones que la experiencia no confirma”. Aferrarse al culto monstruoso de los hechos, es colocarle una camisa de fuerza a la actividad periodística.

Los lectores de periódicos suelen reinventar el pasado y sus personajes, así como los consumidores de novelas archivan imágenes, citas, personajes, todo, porque las historias tienen algo en común: figurarse una realidad.

Es aquí donde entra la antiquísima confusión entre realidad y ficción. Dice Daniel Gerber en su ensayo “Ficciones de verdad” (El laberinto de las estructuras, Siglo XXI, 1997), “la verdad se dice en  una estructura de ficción, pero la ficción en sí misma no dice la verdad sino cuando se produce el encuentro fallido con lo real que en ella no llega a designarse”.

El periodista no traslada la realidad a ninguna parte, sólo la representa en el papel; no en vano la idea de periodismo como máscara y alegoría. Tal punto puede no más que resaltar la- no reciente- fe en las proliferaciones imaginativas de lo real; La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa o La reina del sur de Arturo Pérez Reverte, acaso lo confirman.














 Y es que quizá, en última instancia, toda historia por real que sea, es ficción para los demás y los equívocos que posee, son recursos de la memoria-de donde bien surge lo narrado-. Si hay una certeza, es que tanto en la literatura como en el periodismo o se busca la realidad o se escribe sobre ella. No hay lugar para la duda; el látigo es despiadado.  




Referencias

Capote, Truman. (2008). Música para camaleones. 11ªed. España: Anagrama.
Blanco, Manuel. (1998).”El periodismo entre las patas del periodismo” en Cultura y periodismo: una reseña literaria. México: Daga
Gasque, Margarita (1997). “Ficciones de verdad” en El laberinto de las estructuras.  México: Siglo XXI, 

29 mayo 2011

Cinismo



El Cinismo define nuestra manera de ver al cine. Nuestra premisa editorial: ensayar diversas rutas para ver al cine como arte. Queremos abrir interrogantes, mediante un lenguaje desenfadado, antes que imponer “verdades” indiscutibles sobre la esencia de la pantalla grande...

01 mayo 2011

Sobre el futuro del libro...


El escritor español Arturo Pérez Reverte declara con exquisita indiferencia :
“Hace tiempo que me preguntan por el libro electrónico. Qué opino y cómo veo el futuro, la desaparición del papel, los formatos clásicos y demás. Siempre respondo lo mismo: me da igual, porque yo escribo lo que va dentro. Mi trabajo es ocuparme del contenido: contar historias y que la gente las lea. Del soporte se ocupan otros.”

Sin embargo el escritor y filósofo italiano, experto en semiótica, Umberto Eco sí parece preocupado en discurrir un tema por demás discutido: el futuro del libro.

Evolución  tecnológica: almacenar más información en menor espacio, posibilidades de consultas rápidas y eficaces. Eco y Carrière señalan sus desventajas: ineficiencia producto de la inmediatez tecnológica con la que un gadget supera a otro, altos costes, la temida quiebra informática.

Aquí, es cuando el libro tradicional entra en juego, cuando se vuelve fortaleza de la memoria, centro de saber y conocimiento –reivindicación del papel protagónico que tenía hasta hace unos siglos-.

La computadora a pesar de contar con nuevas herramientas digitales para leer un libro, aún no sustituye y jamás lo hará a un libro impreso. La comodidad, el fácil transporte y lo económico son factores fundamentales para que le libro no sea borrado, ni sustituido por ninguna aparato tecnológico.

Eco expone que las computadoras son una forma de alfabetismo, ya que la lectura dentro de una pantalla resulta cansada, difícil y poco fiable. A pesar de que el Internet obliga a la constante lectura de información, no se puede comparar a las invariables horas que se necesita  para leer un libro.

El hipertexto, que usualmente se utiliza en el Internet, supone para  Eco una suplantación del diccionario común y corriente. Ahora los hipertextos resultan diccionarios infinitos y con constantes actualizaciones gracias a que cualquier persona puede agregar conceptos o definiciones. Como ejemplo, el portal  Wikipedia.

Carlos Fuentes se una a la homilía de Reverte autor de la famosa novela La reina del sur,  y dice “No uso el Internet, ni aun la computadora. Yo escribo como en el siglo XIX, como Balzac […] Es muy difícil amar a una pantalla, porque es sólo una forma de onanismo”.

Pero si Reverte y Fuentes comparten el entusiasmo que Eco mostrará en la reapertura  de la biblioteca egipcia de Alejandría allá en 2007, al declararse uno de esos de los que “todavía creen que el libro impreso tiene futuro, y que cualquier temor respecto de su desaparición es sólo un ejemplo más del terror milenarista que despiertan los finales de las cosas, entre ellas el mundo” existe un lado opuesto, para el que esta declaración no es más que un guiño romántico de un erudito sumido en la añoranza del ayer.

Los partidarios de la decadencia del libro impreso enaltecerán al libro digital por sus cualidades de difusión, distribución y bajo costo de edición, por la presunta –palabra tan de moda en el actual léxico mexicano- libertad de publicación, por las posibilidades de creación –poética y ficcional principalmente- que ofrece.
El eterno dilema. La polarización del libro; la inocua fetichización de la socialización del conocimiento, de la cultura.



La confluencia entre métodos de lectura, entre edición tradicional y digital es evidente, pero como Jean-Claude Carrière (2010) sentencia en el la obra Nadie acabará con los libros “no hay  nada hay más efímero que los soportes permanentes”.

Así, Eco no ve cercano el fin de los libros,  considerar su muerte es reconocer una broma infantil de la historia moderna, y sí, como Pérez Reverte dice:

 “…quien crea que esa trinchera extraordinaria (de libros), su confortable compañía, la felicidad inmensa de acariciar lomos de piel o cartoné y hojear páginas de papel, pueden sustituirse por un chisme de plástico con un millón de libros electrónicos dentro, no tiene ni puta idea. Ni de qué es un  lector, ni de qué es un libro.”

Referencias
Eco Umberto  y Carrière Jean-Claude. 2010. Nadie acabará con los libros. Lumen: España
Arturo Pérez Reverte “Leer con luz de luna” XL Semanal (digital), Noviembre 2010, número 1203
Carlos Fuentes "Internet, el escritor y el Tercer Mundo", El País Digital, 21 de octubre de 1998. 
Emiliano Martínez, “Una mirada hacia el futuro de la edición”, en: Congreso Internacional del mundo del libro, Fondo de Cultura Económica, México, 2009, p.  43-53.
Umberto Eco, “El futuro del Libro”, en Revista Libros de México, 8 p. 
Umberto Eco “Los libros y las tecnologías digitales” (conferencia) Traducción: Sergio Di Nucci. 1º de noviembre 2007, con motivo de la reapertura de la Biblioteca de Alejandría.