“La velocidad de las cosas es la aceleración que experimenta una simple vida en el momento de convertirse en historia digna de ser contada. Y la tarea del escritor, su razón de ser, es capturar ese instante, darle una dirección y un sentido a los días y las noches de esos dedicados agonistas del milenio”. – Rodrigo Fresán, La velocidad de las cosas.
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Ilustración: Olaf Hayek |
“¿Se podrá comenzar a escribir?” pregunta Mario Bellatin en su Jornada de la mona y el paciente (Almadía, 2006). Qué responder; la escritura es un proceso creativo blah, blah, blah. Lo cierto es que ésta es la tecnología más radical que ha experimentado el hombre. Pensamos con su ayuda, pero no solemos reparar en ella.
Ya teóricos como Walter Ong se habían preocupado por dilucidar la artificialidad de la escritura separándola, convenientemente, de la oralidad. Pero si la naturaleza del soporte ya está dada, las contraveniencias de su uso son cuestión aparte. El tiempo narrativo, una de ellas.
La funcionalidad de la narración escrita sobreviene de un hecho, en palabras de Italo Calvino “el relato es una operación sobre la duración, un encantamiento que obra sobre el transcurrir del tiempo contrayéndolo o dilatándolo.” (1995:49) El escritor es conciso. La rapidez es un valor natural de la literatura, es decir, sintetizar en pocas líneas un enorme cúmulo de cosas.
Si se apuesta la carrera al caballo llamado velocidad, no es para impulsar-al igual que se hizo con la fast food en nuestro país a principios de los 90’- el fast thinking; la intención dominante: la rapidez para todo, no tiene porque perjudicar el orden de las ideas.
Apunta Calvino “rapidez de estilo y de pensamiento quiere decir sobre todo agilidad, movilidad y desenvoltura, cualidades que se avienen con una escritura dispuesta a las divagaciones, a saltar de un argumento a otro, a perder el hilo cien veces y a encontrarlo al cabo de cien vericuetos.” Ejemplos: la Rayuela de Julio Cortázar, el Diario de un mal año de J. M. Coetzee.
¡Vaya! que hay que regodearse en la economía expresiva, en lo esencial, en presentar múltiples ideas simultáneamente, metalenguajes, cualidades narrativas bien encapsuladas en una pintura o, más recientemente, en el estimulante “Film Socialisme” (2010) de Jean Luc Godard.
Referencias
Bellatin, Mario. (2006). La Jornada de la mona y el paciente. México: Almadía.
Calvino, Italo. (1995). “Rapidez” en Seis propuestas para el nuevo milenio. 2°ed. Madrid: Siruela.
Film Socialisme. (2010) Director: Jean-Luc Godard
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