22 agosto 2011

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Soy un experto en literatura y tengo que decirte que, hasta aquí, no hay nada literario sobre ti
 "Stranger than Fiction" (2006)

Apunta Truman Capote en su Música para camaleones,  “Entonces,  un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse”.  Literatura, periodismo, poesía. El género es nimio cuando la narración se lleva por dentro.

Al escribir, por mucho que se trate de ser fiel a la memoria, siempre se terminará componiendo una representación de la realidad. Porque, aunque el periodista se jacte en las bondades de su objetividad, lo cierto es que basta con contar un hecho para adulterarlo.

En ese sentido, el periodismo y la literatura tienen relaciones controvertidas. Cuando el primero peca de creatividad, se le acusa de literario, subjetivo poco eficaz para los fines informativos que debe tener; y cuando una novela abandona el seno de las figuras literarias, para dar paso a la concreción periodística, los cargos en su contra evidencian su nulo valor estético.

Ilustración: Julien Pacaud
Apunta Manuel Blanco (1998) “las más de las veces, tanto las limitaciones como las dificultades de la escritura periodísticas son inventos o meras suposiciones que la experiencia no confirma”. Aferrarse al culto monstruoso de los hechos, es colocarle una camisa de fuerza a la actividad periodística.

Los lectores de periódicos suelen reinventar el pasado y sus personajes, así como los consumidores de novelas archivan imágenes, citas, personajes, todo, porque las historias tienen algo en común: figurarse una realidad.

Es aquí donde entra la antiquísima confusión entre realidad y ficción. Dice Daniel Gerber en su ensayo “Ficciones de verdad” (El laberinto de las estructuras, Siglo XXI, 1997), “la verdad se dice en  una estructura de ficción, pero la ficción en sí misma no dice la verdad sino cuando se produce el encuentro fallido con lo real que en ella no llega a designarse”.

El periodista no traslada la realidad a ninguna parte, sólo la representa en el papel; no en vano la idea de periodismo como máscara y alegoría. Tal punto puede no más que resaltar la- no reciente- fe en las proliferaciones imaginativas de lo real; La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa o La reina del sur de Arturo Pérez Reverte, acaso lo confirman.














 Y es que quizá, en última instancia, toda historia por real que sea, es ficción para los demás y los equívocos que posee, son recursos de la memoria-de donde bien surge lo narrado-. Si hay una certeza, es que tanto en la literatura como en el periodismo o se busca la realidad o se escribe sobre ella. No hay lugar para la duda; el látigo es despiadado.  




Referencias

Capote, Truman. (2008). Música para camaleones. 11ªed. España: Anagrama.
Blanco, Manuel. (1998).”El periodismo entre las patas del periodismo” en Cultura y periodismo: una reseña literaria. México: Daga
Gasque, Margarita (1997). “Ficciones de verdad” en El laberinto de las estructuras.  México: Siglo XXI, 

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