Camilo Ayala Ochoa/Alejandro Zenker, Correctores de estilo
No admitir corrección ni consejo sobre la propia obra es pedantería.
Jean de la Bruyere
La corrección de estilo, aquella actividad de la que algunos autores recelan- o en su defecto alientan- es, sin duda, el mejor dique de contención entre escritor y editor, entre obra y público para mantener el orden en las ideas y en el diseño presentes en un libro.
Quizá podemos resumir el trabajo de un corrector de estilo a partir de la proximidad de éste con la obra ajena. No es sino la abstracción literaria, la que permite que el corrector halle las contradicciones, los errores que a la vista del autor –tal vez en un ejercicio de sincero autorespeto a su ideario-son inexistentes.
Así, un corrector debe cuidar los aspectos a continuación:


Ortografía
Transliteración
Puntuación
Abreviaturas
Formas alternativas
Unificación en material auxiliar





El editor se convierte en mediador y gestor de contenidos cuyo mérito y reconocimiento son profundamente diferentes de los que le corresponden al autor.
A menudo, los oficios relacionados con la edición son invisibles y desvalorados- quienes los hacen no reciben mayores gestos de reconocimiento público por su trabajo— por lo que es central reivindicar la labor editorial que permite extraer lo mejor de los escritores
En ese sentido, el corrector de estilo tal vez posee uno de los trabajos más arduos y rigurosos dentro del proceso editorial; su pasión por las letras, su sensibilidad idiomática, su paciencia y minuciosidad se conjugan en una mezcla que ha de interferir, por última vez, con un manuscrito, en aquellas páginas próximas a ser nombradas libro.
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